02 julio 2012

¿QUIÉN TE HACE SUFRIR?




Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el finque esperáis. Jeremías 29:11

La semana en que escribo este mensaje, Macal Nova, autor del libro Nadie ve a Dios (No One See God), comenta, en el periódico USA Today el hecho de que, en los últimos meses, muchos cristianos dejaron de crecer en la existencia de Dios porque no entienden las razones que él tiene para provocar tanto “sufrimiento”.
El ser humano, a lo largo de los tiempos, ha luchado por descifrar el misterio del dolor. ¿De dónde viene el sufrimiento? El otro día, conversé con una persona que creía que el dolor era el castigo divino, debido a algún acto pecaminoso del ser humano. Entre líneas ella creía que Dios es un ser con los ojos abiertos, que observa las conductas de las personas con la intención de castigarlas si no se portan bien.
Esta es una idea diabólica. Fue el diablo que se presentó un día delante de Dios, y lo desafió con relación a Job: “Quítale todo lo que tiene”. Sin embargo, la Biblia afirma categóricamente que Dios no quita nada; él jamás envía el dolor. En el texto de hoy, el Señor afirma que sus pensamientos, que sus pensamientos, en relación con los seres humanos, son “pensamientos de amor y no de odio, de paz y no de guerra”.
El dolor es fruto del pecado; no necesariamente el tuyo, sino del pecado como rebeldía universal. Nació en el corazón del enemigo de Dios. El diablo te hace sufrir, y después te llevar a pensar que fue Dios quien te castigó. ¿Para qué? Para que te reveles ante el Creador y trates de vivir la vida solo, siguiendo tus propios impulsos y provocándote más dolor.
Si fuese verdad que Dios fuese el causante dl sufrimiento humano –lo que, según Nova, llevó a muchas personas, en los últimos tiempos, a negar la existencia de Dios-, entonces la no existencia divina significaría la ausencia del dolor. Es un asunto de simple lógica, ¿no lo crees?.
Tal vez es uno de esos días terribles en tu vida. Tu corazón está a punto de explotar; no sabes qué hacer ni para donde ir: La vida te dio las espaldas. Cometieron una injusticiac horrenda contra ti, y de repente te ves tentado a pensar que, de algún modo, que Dios tiene la culpa de tu dolor. No lo hagas. Detente, piensa y medita en las intenciones que Dios tiene para ti: “Pensamientos de amor y no de odio, de paz y no de guerra”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario