“Yo he venido para que tengan vida y para
que la tengan en abundancia” (S. Juan 10:10).
Comúnmente para muchos, el tener vida en abundancia es fácil de definir: es tener “Salud, dinero, amor, libertad y seguridad” además quizás de otros conceptos. Osea, tener Éxito y el éxito lo miden según índices visibles de prosperidad: propiedades y objetos “símbolos” de la buena vida.
Sin embargo, todos conocemos a personas que tienen todo esto y se sienten vacías y sin un propósito en la vida. Artistas famosos que usan drogas y cometen crímenes, deportistas que agreden y asesinan a otros, jóvenes que niegan los principios religiosos y cambian una noche de efímero placer por la carga de una maternidad indeseada o la tragedia de un aborto.
Podemos concluir que no es lo mismo tener “buena vida” que tenerla en abundancia. Pero entonces ¿qué es tener vida en abundancia? De hecho es más que todo esto. El Señor Jesucristo dijo: “Yo he venido para que tengan vida y para que la tengan en abundancia” (S. Juan 10:10). ¿Qué nos quiso decir?
El Señor Jesucristo cuando nos da algo nos da de manera integral por eso la vida en abundancia que nos ofrece debe recibirse tanto en lo físico, en lo mental y como en lo espiritual
Abundancia en lo físico
Tenemos
una vida física abundante cuando gozamos de un cuerpo lleno de vigor y en
perfecta salud. Los buenos deseos de Dios indudablemente incluyen la salud del
cuerpo como un requisito fundamental para tener una vida abundante. Por eso, el
Señor expresó en su Palabra: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas
las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 2). Aquí se
introduce el concepto de la prosperidad, por lo tanto se trata de algo más que
ausencia de enfermedades. Se refiere a estar bien, a vivir en prosperidad
física, mental y espiritual.
Nuestro
cuerpo es “templo del Espíritu Santo” (1 Cor. 6:19); por lo tanto, no debe ser
contaminado por hábitos que lo enferman. Tenemos el deber de hacer todo lo que
podamos para mantener nuestro cuerpo en la mejor condición; lo que implica que tenemos
que esforzarnos por aprender acerca de las leyes de la salud y la manera en que
el cuerpo funciona.
Abundancia en lo mental
Tener una
buena salud del cuerpo es muy importante y deseable, pero el tener una buena
salud física no es el cumplimiento completo del deseo de Dios al decir que “para que tengan vida y para que la tengan
en abundancia” La Santas
Escrituras también nos ofrece otro principio de importancia vital respecto de
la salud en Filipenses 4:8: “Por lo
demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo
lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna,
si algo digno de alabanza, en esto pensad”. Aunque se enfatiza la salud
mental, la relación entre ésta y el bienestar físico hoy sabemos que es obvia.
Abundancia en lo espiritual
La vida
espiritual es otro componente vital de nuestra existencia. Los seres humanos
siempre seremos espirituales. Toda cultura expresa en sus ritos la
necesidad de relacionarnos con un Ser superior. Bien dijo el profeta: “No sólo de pan vivirá el hombre, más de
todo lo que sale de la boca de Jehová” (Deuteronomio 8:3).
Dios nos
creó para que nos relacionáramos con él como sus criaturas. Él es nuestro Creador
y Redentor. Él desea nuestra salud total.
Salud del cuerpo, de la mente y del espíritu. Su don para el creyente es la
vida eterna que se contrasta con la muerte eterna del perdido. Esa es la vida
que él vino a restaurar en el ser humano por virtud de la fe
Conectados
con él por medio de la fe, podemos obtener esa vida en abundancia que nos
ofrece estando aún en este mundo y además su dadiva de amor que nos ofrece: la
vida eterna.
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