Cuando
nos unimos con Cristo, Dios nos mira a través del sacrificio de su Hijo. No ve
la fealdad de nuestro pasado. Sólo ve la bondad de su Hijo amado. Jesús toma nuestro lugar. Jesús es nuestro
sustituto.
El Padre nos considera justos porque su Hijo es justo y recto.
Esto es lo que tenemos que aceptar por fe. Estas son las buenas nuevas que necesitamos
aceptar de corazón. Este es el regalo que nos llega desde la cruz.
No escapamos del castigo del pecado siendo suficientemente
buenos. No escapamos de los resultados del pecado invirtiendo mayor esfuerzo,
cumpliendo con más ceremonias y ritos religiosos. El regalo de Jesús nos llega
sólo por gracia. Sólo nos llega cuando abrimos nuestras manos vacías para
recibirlo.
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