“ Así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate por muchos”
MATEO 20:28
Para
los cristianos, el servicio no es opcional, algo que debe incluirse en nuestros
horarios si disponemos de tiempo. Es el corazón de la vida cristiana. Jesús
vino a servir y a dar, y esos dos verbos también
pueden definir tu vida en la tierra. Servir y dar, en resumen, son el cuarto
propósito de Dios para tu vida.
El que sirve encuentra la felicidad
exterior e interior.
Uno
de los más importantes conceptos que se debe de tener es que a la hora de
servir, no se debe esperar nada a cambio. Es tener esa satisfacción de hacer
una obra sin barreras ni condiciones. Hacer que la excelencia de nuestros
humildes corazones penetre en el prójimo con una felicidad mutua; ya sea porque
servimos o porque nos sirven.
Hay
que tener en cuenta que la mejor gratificación o recompensa más grande que
recibimos debe ser esa alegría que
disfrutamos, resumida en la palabra
colaborar y ayudar; que representa un sinónimo de servir y componentes del
mismo.
Sin
importar la vocación de la profesión, el estatus, el rol de cada quien.
Muchas
veces pensamos que las profesiones, la clase socio-económica, o el papel que
ejercemos en la misma sociedad, no se deben involucrar en la actitud de
servicio; debido a que este tipo de acciones les corresponde a las profesiones
como: un médico, un policía, un bombero, los que practican la religión y otras
profesiones de tipo humano-social. Pues pensamos que generalmente su don,
vocación y labor diaria es servir.
Cuando se sirve al hombre, se ama y se
sirve a Dios.
Representa
un doble significado y una doble
función; ya que cuando tú sirves a
tus semejantes, sirves de igual manera
a Dios. Y ese amor, ese sentimiento de cristiano se ve reflejado en la colaboración que tú le
prestas a las demás creaciones.
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