"Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios".
(Salmo 40:2-3) El rey David
David estaba angustiado, debido a que sus enemigos se multiplicaban y era atacado injustamente. En medio de la crisis, se sentía hundir cada vez más profundamente en un pozo de lodo pegajoso y opresivo. Esta descripción es típica de los depresivos. Frecuentemente expresan sentirse dentro de un pozo oscuro y profundo, mirando la salida desde las profundidades como un puntito de luz lejano e inaccesible. David sintió esa angustia de ser tragado por la tierra, pero no se desesperó, conservó la esperanza en Dios, hasta que experimentó la respuesta divina, de ser rescatado del abismo, liberado del horror y del ahogo que lo estrangulaba. Entonces sintió que su espíritu despertaba a la alegría, que un cántico nuevo emergía de sus entrañas, un sentimiento gozoso de plenitud y júbilo.
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